jueves, 23 de julio de 2015

Principios ignorados en el debate sobre la Ordenación de la Mujer




Hay una serie de "principios" de interpretación que fueron ignorados en el debate sobre la ordenación de la mujer. A continuación, queremos dejarte algunos de ellos, que entendidos debidamente, nos ayudarán a tener una mejor comprensión de la Biblia.

1) El tema de la ordenación de la mujer no es un tema que este textualmente explícito en la Biblia: y es por eso justamente que cada vez que alguien pide versículos que evidencien a alguna mujer ordenada apóstol, anciana, pastora u obispa, no se encontrarán esos versos. La ordenación de la mujer no es un asunto de “texto prueba”, sino de principios bíblicos.
¿Lo anterior significa que porque la Biblia no menciona algo textualmente sobre “X” tema, este está prohibido? La respuesta es no. Cada vez que alguien afirma que si “X” no lo dice la Biblia, entonces no puede hacerse, se conoce como teología del silencio. Pero nosotros los adventistas del séptimo día no creemos en esa teología. Es más, nuestros pioneros afirmaron:

“Pero si se pregunta, ¿dónde están tus textos de las Escrituras para obtener legalmente una propiedad para la iglesia? Respondemos: “la Biblia no menciona; ¿tampoco dice que deberíamos tener un periódico semanal, ni una imprenta, ni que deberíamos publicar libros, ni construir lugares de adoración y levantar carpas? Jesús dice: "que tu luz brille delante de los hombres”, etc.: pero Él no da todos los detalles como esto se llevará a cabo. La iglesia tiene que avanzar en la gran obra, orando por dirección divina y actuando sobre los planes más eficientes para su realización. Creemos que estamos seguros (a salvos) si nos regimos por la siguiente REGLA: “Todos los medios que, según criterio, avancen la causa de la verdad y no estén prohibidos por las declaraciones de las Escrituras, deben ser empleados.” (Jaime White, Review And Helard, 26 de Abril de 1860)

Bajo el anterior principio, hay que entender el tema de la ordenación de la mujer. No porque no lo diga la Biblia textualmente, sino que si esto ayuda en la predicación del evangelio, y no contradice las declaraciones de la Biblia, debe hacerse.

Pero alguien dirá ¿entonces puedo asaltar un Banco y dar el dinero para que se predique el evangelio? No. Pues robar atenta ante una declaración explícita de las Escrituras. Pero en el caso de la ordenación de las mujeres al ministerio, no se atenta contra ninguna declaración bíblica.

2) El tema de la ordenación de la mujer debe tener en cuenta elementos básicos para la correcta interpretación, como entender el sentido genérico de muchos versículos y la configuración de los idiomas originales.

Lo anterior significa que cuando leemos los siguientes versículos:

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” Éxodo 20:17 (RV60)

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. “Mateo 5:28 (RV60)

Entre muchos otros, están hablando en modo genérico, esto es, incluyendo a hombres y mujeres, aunque textualmente se refieran a hombres. Nadie en su sano juicio diría que el décimo mandamiento y lo dicho por Jesús no se aplican a las mujeres. Se aplican a todas luces.

También hay que tener presente el idioma original de la Biblia. Ya que el tema tiene que ver con el ministerio en el Nuevo Testamento (pues en el Antiguo existía otro sistema), tenemos que entender el idioma de este, que es el griego koiné.

A diferencia del español, el griego, poseía tres géneros, masculino, femenino y neutro. Habían por tanto palabras en neutro, que debían entenderse según la reglas gramaticales griegas y el contexto.

Ya nuestros pioneros tenían presente este principio:

“Nosotros nos oponemos a esa teología de mentes cerradas que no le permiten a las mujeres ancianas tener sueños porque la profecía dice “sus ancianos tendrán sueños” y que no le permiten a las mujeres jóvenes a tener visiones porque la profecía dicen “sus [varones] jóvenes verán visiones”. Estos críticos mezquinos parecen que se olvidan que “hombre” y “hombres” en las Escrituras, generalmente abarca a hombres y mujeres. El Libro dice que “está establecido que los hombres mueran una vez”. ¿Acaso las mujeres no mueren?” (James White, Review and Herald, 25 de Febrero de 1862)

3) Otro elemento a tener en consideración, es la cultura: y aquí, hay que entender que la Biblia, si bien es un producto divino y humano a la vez, se escribió en la Historia, en un período que abarca alrededor de 1.500 años aproximadamente. Para hacer patente esto, sabemos que la Biblia fue escrita en lo que hoy se conoce como lenguas muertas, esto es, los idiomas hebreo, arameo y griego, que perdieron su fonética en el tiempo. Es decir, el idioma empleado es reflejo de la cultura.

También la Biblia se escribió en un contexto donde muchas prácticas y costumbres hoy nos son ajenas en la actualidad, como por ejemplo, la esclavitud. Y es justamente por ello que en la Biblia encontramos sistemas de configuración social de su época, eminentemente patriarcales, donde la preeminencia de los hombres sobre las mujeres es evidente (aunque en la Biblia hay ejemplos de liderazgo femenino, como el de Débora en el AT, estos son escasos).

Teniendo presente lo anterior, entendemos porque Jesús no ordenó mujeres, si ya era un escándalo hablar en público con ellas por aquel entonces. Es por ello que no nos extraña la oración hecha por los judíos de aquellos tiempos: “gracias, Dios, por no ser gentil, ni esclavo, ni mujer”.

Elena G. de White tenía muy presente que hay que conocer el contexto histórico y cultural para entender la Biblia:

“El comprender las costumbres de los que vivían en tiempos bíblicos, como también el lugar y el tiempo en que se produjeron los acontecimientos, es un conocimiento práctico, porque ayuda a presentar con claridad las figuras de la Biblia y a recalcar las lecciones de Cristo” (Consejos para los Maestros, 504).

4) También hay que reconocer que la Biblia no hace uso de muchas expresiones: tales como “trinidad”, “libre albedrío”, “justificación por la fe”, “juicio investigador”, y “ordenación”. Todos esos términos se han usado posteriormente en la historia del cristianismo para entender verdades que estaban contenidas en la Biblia, pero que las Escrituras no las usaron textualmente. Es por ello que nunca se encontrará un ejemplo de mujeres ordenadas como pastoras, ya que la Biblia no usa esa expresión. Tampoco se encontrará un ejemplo en masculino.

Todos los términos aludidos se entienden en base al principio que sigue.

5) Finalmente, para entender correctamente el debate sobre la ordenación de las mujeres, hay que tener presente la intertextualidad de la Biblia: esto es, que los versículos deben entenderse a la luz de otros, o dicho mejor, “la Biblia se interpreta a sí misma”.

¿Pablo prohíbe a las mujeres hablar en la Iglesia? ¿Qué significa que las mujeres no deben enseñar en la iglesia ni tener autoridad sobre los hombres? Todas esas preguntas se deben responder a la luz del principio señalado arriba: la biblia es su propio intérprete.

Y aquí dejaremos un solo ejemplo: Pablo en Timoteo 3:1-13 enumera los requisitos de los ancianos y diáconos. No obstante, entendemos que los requisitos morales de Timoteo a los diáconos, son también aplicables a las diaconisas de Romanos 16:1. ¿O acaso no se aplican las reglas morales de los diáconos hombres a las diaconisas mujeres?





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